De paso, sólo de paso

 

Sentado frente al océano, veo pasar a la gente. Indiferente. Mis ojos, como siempre, irremediablemente perdidos en el imán del mar…

El azar es imprevisible y todo ocurre en unos segundos. Como por impulso, cojo la cámara, miro por el visor, aprieto el disparador y hago una fotografía…Y me olvido. No había cámaras digitales para ver cómo y qué había salido.

Por aquel entonces, estaba aprendiendo a revelar en blanco y negro, y fue en mi casa donde se positivó el carrete, la película de 35 milímetros. Allí, de entre los líquidos químicos, apareció,  impresionada en el papel, la foto, la imagen. Sin trampa ni cartón. Tal como fue. Como se ve.

La instantánea de dos personajes desconocidos, ajenos al fotógrafo, a punto de encontrarse en el paseo del mar. En el paseo de la vida. En la encrucijada de la existencia. Como dos actores en una escena de una obra sin título. Sin ningún guión. Frente a frente. En dirección opuesta o, quién sabe si en la misma…

A la mujer, una silueta negra curvada por los años y el trabajo,  no se le ve la cara. Camina de espaldas al sol,  y a su lento andar le ayudan  un bastón y una muleta. El joven, las manos en los bolsillos, los ojos medio cerrados por la claridad, camina erguido, con paso firme. Decidido. El mundo por delante… Los dos en el mismo escenario. Cara a cara. Tan cerca y tan lejos… La vejez y la juventud. Puede que la enfermedad y la salud… Lo negro y lo blanco. El anverso y el reverso de la misma moneda. Con el mismo decorado de fondo. El mismo cielo y el mismo mar… Para qué más.

Veinte años después, los sigo viendo en ese espacio intemporal. En el momento del movimiento detenido.  En esa pequeña eternidad de la fotografía. Y ya no se si veinte años no es nada, ni si una imagen vale más que mil palabras.

Sólo se, cuando llega noviembre, que el tiempo vuela. Que hoy somos y mañana no existe. Que la vida pasa en un parpadeo. Y que estamos atrapados en su marco. Fuera de él,  las incógnitas y las preguntas transcendentales: ¿De dónde venimos?…¿A dónde vamos?…

Sólo se que estamos de paso.

Sólo de paso.

 

Foto y texto:  Manuel Belda

 

11 comentarios en “De paso, sólo de paso

  1. Yo también recuerdo esa imagen, perfectamente.
    Sí que estamos de paso, pero cargados de belleza, esa que nos alimenta, la que hace que tantos momentos merezcan la pena.

    Por cierto, dónde está tu foto de inicio? No la encuentro.

  2. Sigue mándandonos hojas de otoño escritas desde el corazón y teñidas de gran sentimiento; hojas que están también de paso y que nosotros las cogemos al PASO…………………….

  3. Las imagenes, y tus palabras…, que combinación mágica!. Que capacidad tenes para hacer que uno sienta que se ha sentado al lado tuyo y ha visto con tus ojos esa escena, y que juntos hemos reflexionado, tal vez sin decir ni una palabra, solo sintiendo lo mismo.

  4. ¿Omega y Alfa?…
    ¿Final y principio?…
    ¿Pasado y futuro?…
    Manuel Belda Rivero sabe dónde pone el objetivo de su cámara. Sin apenas pensar, tuvo una oportunidad ante el visor; en esos instante no da tiempo a medir la profundidad de campo, la velocidad del disparo o la apertura del diafragma… eran tiempos de la fotografía analógica. Ahora, los expertos digitales nos hablan de píxeles, y nuestras modernas cámaras digitales son rápidas calculadoras en modo binario que cobinan miles de colores, e incluso mejoran la impronta instintiva de ese disparo que cito; yo pienso sin embargo que esas técnicas nunca pueden superar al autor, pues al fin y al cabo, al otro lado -afortunadamente- estamos las personas, con nuestros sentimientos y consecuencias. Alabo al artista, y al propio tiempo -si se me permite- discrepo; mis fotos, por lo general, son sin almas prendidas para siempre en cartulina fotográfica; si yo fuera el autor de una fotografía tan excepcional, al verla dentro de unos años todo me resultaría una inmensa duda. Me suele pasar con las fotos de amistades, porque las repaso, como otras tantas fotos familiares, y me veo forzado a tachar nombres y apellidos del rol cariñoso y fraternal que cada semejante llevamos nuestro particular pañol : Corazón -me pregunto- ¿no estamos cada vez más solos?
    Enhorabuena, Manuel.

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