La perennidad

«Mi corazón espera… otro milagro de la primavera» (Antonio Machado)

Por un motivo o por otro, el tiempo, el meteorológico y el del reloj, se nos mete en nuestras vidas y las condiciona. Más de lo que pudiéramos imaginar.

En las últimas semanas, ese caprichoso pintor de cielos, no ha dejado de utilizar la paleta de tonos grises, cobaltos, plomizos, oscuros…Lluvias y nieblas han empañado el tragaluz de los días. Y se anegan las tierras. Y se encogen las almas…

Así las cosas, queriendo engañar al paisaje de la melancolía, rebusco en el álbum de las fotos perdidas, y encuentro, como un cromo de vida y color, la imagen del Árbol Gordo, hace veinte años.

Y evoco, aquella mañana de enero, cuando apareció, escarchado de hielo y luz. Deslumbrante. Un gigante blanco abrazándose al azul. Echándole un pulso al sol. Como un milagro. Como una fantasía de brillantes.

Mientras se derretían los témpanos de las fuentes y los caños, el negrillo centenario mantuvo, durante dos o tres horas, la irresistible maravilla de su fulgor.

Ya por entonces, la grafiosis, haciendo honor a su nombre, empezaba a escribir en sus entrañas el preludio de su fin. Pero aquel invierno, antes de que se llenara de hojas y pájaros, quiso dejarnos la majestuosa visión de su esplendor helado y transparente.

Y volvió a ver subir, a la catedral,  al santo de las flechas y el almendro. Y volvió a verlo bajar… Todavía guardaba en su memoria de madera las pedreas, entre los chavales de la ciudad y del arrabal…El vértigo de toros y mozos en la algarabía de cada carnaval.  El trajín sempiterno de tantas generaciones que allí se dieron cita…El alboroto de los niños queriendo abarcarlo…Las tardes de sombra y las noches de verano con olor a sandías y melones…

Un sitio emblemático, hecho de historias cotidianas y de nombrados episodios. De despedidas y regresos. De besos y abrazos. De hola y adiós.  Un punto de partida. Para ir, para volver. Para salir, para llegar. Para quedar…

Poco tiempo después, moría el olmo. De pie. Como mueren los árboles. Como viven…

Parafraseando a Machado, ni lo derribó con su hacha el leñador, ni el carpintero lo convirtió en melena de campana. Ni en lanza de carro, ni en yugo de carreta…

Ahí permanece el pecio varado del tronco, los remos romos al viento, en su perennidad virtual de yedra y encuentros.

¿Quedamos en el Árbol Gordo?

Quedamos en Ciudad Rodrigo.

(Foto y tecto:Manuel Belda)

… Y esta foto,  de hace cuarenta años, del verano de 1970, con la frondosidad,  la evocación y la fuerza del blanco y negro. Me la envía Pedro Miguel Ortega.

13 comentarios en “La perennidad

  1. Cuando lo ví,no lo reconocí. En mi breve paso por tu tierra, y de alguna manera mía también, lo conocí como una antigua figura a la que el tiempo había carcomido, y formó parte de mis lugares emblemáticos. Gracias por presentármelo digno y hermoso. Gracias, como siempre, por la magia de tus palabras y tus imágenes. Un abrazo.

  2. No sé si es lo que dices o cómo lo dices… o seguramente, las dos cosas…
    es muy fácil imaginar y soñar leyendo lo que escribes.
    Más, por favor!

  3. Manolo, me haces envidiar al olmo por las palabras tan bonitas que le has dedicado. No nos falles nunca, estoy enganchada a tus líneas. Besos

  4. Cuantas y cuantas quedadas, como tu muy bien dices Manolo. Me encanta que me hagas recordar con tus palabras, esos rincones y momentos algunas veces olvidados, de nuestra maravillosa ciudad.
    Un saludo

  5. Gracias Manuel, una vez más, y honrado por aceptar mi foto. Como te dije en un aparte, me quedé colgado de tu «perennidad»; tanto por el titular, tanto por la fuerza de tu fotografía, o por la calidad de tu literatura. Una vez más das en la diana, y pocos conozco -al día de hoy- que sepan conjugar la belleza de dos «enes» en la castellanía de nuestro hablar innegable, que ennobleces, lo haces innovador y connatural, mientras la vida misma ennegrece ese árbol que otra fue sombra y frescor. En Monsagro dijeron a rey muerto rey puesto, y hoy luce allí un jovial olmo, en encrucijada similar. Yo, cada vez que paso por delante del viejo olmo muerto… siempre siento que algo se me parte por dentro. Reitero mis felicitaciones, Manuel.

  6. Manolo me encanta lo que haces y además lo haces estupendamente. Por lo tanto no dejes de hacerlo que desde ya tienes una seguidora más. Gracias por hacernos soñar un ratín.

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